















Celular, screenshot, modo automático, postales de una velocidad imposible de percibir en su dimensión, un continnum de no lugares que no se detiene y se repite la escena en diferentes locaciones, carreteras, hoteles, estaciones, peajes, paradores, cielos, colores, la itinerancia de un equipo de futbol, una familia rodante, con sus miedos, frustraciones, peleas, hermandad y un deseo incansable de vivir de sus pasiones. Soy un mero transeúnte de mis laberintos privados, donde perderme es sueño, una pausa que me salva pero que siempre es transitoria, y hacemos hogares, somos familia en otras familias, en otros momentos, en otros seres, relatar la vida de cientos de personas que aguantan el terremoto desde sus pasiones y sueños, acompañando y deambulando en sus experiencias, coleccionando instantes, haciendo documento y perdiéndolo en cada nueva llegada. Para volver a emocionarme con mis creencias, que mi hogar no tenga fronteras y que lo que admiro lo pueble de cuadros que de allí nunca se irán. Pero no es un hogar, cargamos los mensajes amorosos, las llamadas antes y después de los partidos, hablan de sus lesiones y sus miedos, pero a la distancia imposible de medir del constante viaje. Asi somos, nómades de un espectáculo que se aplaude y se odia también por 90 minutos donde el universo no existe mas que el que contiene una pelota.