Hace ya casi 28 años que soy fotógrafo, años en los que me dedique a documentar la realidad política del país, como afecta a las personas individualmente y como nación e incursione en otros tipos de temáticas siempre que el trabajo me lo permitiera y en algunos casos, me lo incentivará, definido por esa mirada. En los últimos años vengo reflexionando sobre mi labor y sentí que hoy día necesitaba volver a preguntarme lo obvio y lo que quizás pocas veces nos hacemos como trabajadores de la imagen.
Que es una fotografía para nosotros?
En el nivel mas personal y mas intimo de esa pregunta, ¿porque esa y no otra foto nos significa algo tan valioso?, ¿que consideramos valioso?, ¿una denuncia?, ¿un testimonio?, ¿un fragmento de tiempo?
¿Que es necesario en nosotros para producir las fotos que realizamos?.
Indague en textos, hable con colegas, me sumergí en mis propias imágenes, y en la búsqueda llegue a algo que me conmovió, los fotógrafos que despojados del sentido de la vista, realizaban fotos partiendo desde la idea abstracta de mirar al mundo sin ver, mirando desde sus adentros a un universo visual saturado, otorgando imágenes valiosas como cada pensamiento y sentimiento que tenemos, imprimiendo lo que surge desde el camino inverso que realizamos la mayoría de los fotógrafos documentalistas, del dentro hacia el afuera.
Trate de trasladar esta inquietud a la comunidad ciega para saber de esa necesidad de imágenes y me encontré que ante la posibilidad de explorar esta forma de expresión, había gente dispuesta a tomar el desafío de darle al mundo vidente una representación de sus fantasías y sueños, y juntos fuimos a tratar de materializar esas fotografías.
Cuando se te apaga el mundo, solo te queda mirarlo desde la imaginación, esto me lo dijo uno de las participantes; solo eso nos calma un poco la angustia de ya no poder ver algo nuevo, pero también desata nuestra mirada del sentido estricto de la visión. Cada fotografía es una conmoción, un acto que en su hacer es una declaración al mundo, no estamos fuera de el, podemos mirar, podemos ser representantes de la misma realidad, definiendo con imágenes sensibles el lugar al cual pertenecemos.
Barthes escribió que para él, el órgano mas importante a la hora de fotografiar no era el ojo, sino el dedo, el que sobre un obturador, define el momento exacto en que se realiza una foto, lo enuncia desde el lugar del fotografiado, no del hacedor, y este proyecto, este camino que apenas se abre, me asienta entre esos dos mundos, entonces un sol de diciembre, bajando raudamente entre los edificios, no es solo esa postal, sino el calor de su irradiación que se apaga, y la oscuridad que sucede, y el cesar del canto de los pájaros de la cuadra, es algo que se vivió, que nos inscribió en un momento único, en todo nuestro ser, define nuestra memoria y percepción.
Este proyecto esta en proceso y el cierre material no se limita a una fotografía expuesta, un audiovisual, o un libro, es algo que se transformara tantas veces sea necesario como miradas lo alimenten. Yo también me desafié, cerré los ojos, sentí, levante la cámara y obture.
Volví a mirar y volví a creer en todas la imágenes que aun no se han hecho, únicas y necesarias como cada una de nuestras miradas.

Foto realizada por Elsa Ayala

Rafael y Elsa - PH: Max Lopez Musacchio
Elsa